El nacimiento de la corriente cultural y artística denominada Neoclasicismo en el siglo XVIII se corresponde con una muy profunda revisión de modelos sociales, económicos y políticos que se vive en Europa durante aquellas décadas.
Este cambio social europeo se debe a la difusión de las teorías de la Ilustración en todos los ámbitos de la vida. Se revisan y critican los modelos tradicionales y se proyecta una nueva sociedad más justa e igualitaria. Este proceso terminará provocando la caída del Antiguo Régimen.
En el plano cultural y artístico, también se produce este punto de inflexión que terminará conduciendo a la pintura moderna contemporánea.
En este momento, entre los ilustrados se enuncia la convicción absoluta de un conocimiento basado en la razón. En este movimiento de humanismo cultural, también aparece un afán enciclopédico de recoger el saber humano.
En arte y literatura se revisan los valores de la antigüedad desde el punto de vista formal y moral. Se busca un ideal de pureza como defensa y crítica del barroco y rococó, que se consideran artes de lujo artificial.
En este contexto, la antigüedad clásica se convierte en el modelo a seguir. Artistas y aficionados viajarán a Roma para tomar modelos de la antigüedad imperial romana, y Roma se convierte en el centro internacional.
Una de las características del neoclasicismo es que en la revisión de las culturas clásicas se concluye la preeminencia de lo griego sobre lo romano. Por ello, en el neoclasicismo, predomina la arquitectura inspirada en Grecia.
Diana cazadora de Jean-Antoine Houdon (Fundación Gulbenkian, Lisboa). Es una de las esculturas de este autor en la que es más visible no sólo su formación clásica, sino su simpatía por el barroco romano. Su apasionamiento por la perfección anatómica está moderado aquí por la languidez sentimental y una refinada elegancia típica del siglo XVIII.
El juramento de los Horacios, obra deJacques-Louis David.
Cenotafio para Isaac Newton.
Fachada de la Catedral de Pamplona.
Representación de la Acrópolis de Atenas. Obra del arquitecto y pintor Leo von Klenze (detalle).
La fuente, obra de Ingres.
Antonio Canova: Perseo con la cabeza de Medusa, c. 1800, Museos Vaticanos.
Lorenzo Bartolini: Ninfa atacada por un escorpión, c. 1845. Louvre.
Bertel Thorvaldsen: Jasón y el vellocino de oro, 1803. Thorvaldsens Museum.
Johann Gottfried Schadow: Las princesas Louise y Friederike von Mecklenburg-Strelitz, 1797. Alte Nationalgalerie.
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