El arte ha tenido en Japón una importancia fundamental a través de los diferentes períodos de su historia y ha conseguido, a pesar de la multitud de estilos y tendencias que han aparecido y desaparecido, a pesar también de la influencia que China y el continente asiático en general ejercieron sobre él, una personalidad inconfundible y un nivel estético muy notable.
En el arte japonés imita la armonía de la Naturaleza, se evoca a los dioses que forman la sustancia de las cosas.
Características principales del arte japonés:
*Simplicidad de sus formas*
*El elemento ornamental o decorativo desaparece*
*La pobreza de los medios y de la materia, el wabi japonés*
*Se trata de un arte austero*
Las primeras muestras artísticas encontradas, dan nombre al primer período de Jomon. Son vasijas de arcilla (jomon) que llevan impresas huellas de cordeles a modo de decoración; al final del período hay además unas figurillas de personas y animales, igualmente de arcilla (dogu) a las que se atribuye significación simbólica.
El siguiente período histórico y artístico viene marcado por el paso del nomadismo a una nueva cultura agraria y la importación de metales del continente, dieron origen a un nuevo período llamado Yayoi con sus característicos objetos de bronce campaniformes (dotaku). El período protohistórico de Kofun (250-552) dibuja cierta conciencia nacional centrada alrededor de un monarca al que se tributan extraordinarios ritos funerarios y al que se dedica como tumba un montículo entero (kofun) con una serie de cámaras interiores en las que se han hallado los haniwa, excelentes figurillas de arcilla que constituyen sin duda la más interesante aportación del Japón prehistórico.
Más adelante, el período Asuka (552-646) marca el predominio del budismo, importado del continente, sobre la religión indígena sintoísta. Pero tras la cuestión religiosa iba implicada una cuestión política que dio lugar a una serie de luchas intestinas de las que finalmente salió victorioso el clan de los Soga.
La llegada del budismo a través de China en el siglo VI., transformó profundamente la cultura japonesa, pero no modificó los conceptos en que se basaba. El arte de Japón, al entrar en contacto con la cultura búdica, un pensamiento más refinado, se volvió más presico en sus técnicas.
Retrato del monje Ganjin o Chien-chen (Templo de Toshodai-ji, Nara). Obra posiblemente realizada después de la muerte de este ilustre monje, ciego cuando contaba setenta y siete años, que se debe sin duda a un escultor muy allegado a él. La imagen severa y realista que lo representa sentado como el Buda, refleja toda la legendaria serenidad y la riqueza de la vida interior de una de las personalidades más vigorosas y veneradas del budismo nipón.
Máscara para teatro no del período Muromachi. Máscara de formas suaves y delicado colorido, como corresponde a la enigmática belleza femenina evocada por los protagonistas del no, que son interpretados siempre, como es sabido, por hombres.
Palacio Nijo, en Kyoto. Residencia de la dinastía Tokugawa, fue construido entre 1603 y 1626, y ampliado y renovado en el siglo XIX. La imagen muestra la puerta china del palacio.
Torii del santuario de Ise.
Ofrendas de sake en el salón Kaguraden del santuario de Ise.
Botella para sake de Furuta Oribe (Museo Guimet, París). Cerámica realizada por el más destacado discípulo de Rikyu, que prosiguió el programa de simplificar la ceremonia del té y de buscar para los objetos que se empleaban en ella, una espontaneidad ideal. Sus cerámicas presentan ese primitivismo, esa indeterminación de formas apenas esbozadas, para marcar un claro contraste con la línea precisa y el rebuscado dibujo de loscéladon de procedencia china.
La gran ola de Kanagawa (1830 - 1833), grabado deKatsushika Hokusai, Metropolitan Museum of Art, Nueva York.
Santuario Itsukushima, con su torii (arco de acceso a un espacio sagrado) situado sobre el Mar Interior de Seto, ejemplo de integración del arte en el entorno natural.
Recipiente de terracota del período Jōmon(hacia 3000-2000 a. C.).
Santuario de Fushimi Inari-taisha (711), Fushimi-ku, Kyōto, con sus característicos torii de color rojo.
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