El término “románico” que designa este estilo de arte desarrollado en la mayor parte de la Europa cristiana entre los siglos X al XIII, le fue dado por el arqueólogo Charles de Gerville, en 1820. A diferencia de otros estilos, el románico no busca la copia de la naturaleza ni la expresión de lo real, se infiltra para demostrar la belleza de una forma abstracta. Es por ello una arquitectura de figuras sencillas que utiliza como elementos artísticos los cuadrados, los círculos, los cubos y los cilindros, que se sitúan dando un ritmo perfecto a la obra. Dicha perfección y armonía de los elementos no es un hecho aislado en la intención del autor sino que está calculado con todo lujo de detalles.
Al igual que en la época romana, el carácter simbólico de los elementos arquitectónicos y esculturales juegan un papel muy importante. Cada símbolo tiene su significado. De esta forma, la orientación de la planta de la mayoría de las iglesias es de este a oeste, justo por donde aparece y desaparece el Sol cada día. El altar por lo tanto tiene orientación este y era la primera zona de la iglesia iluminada por el Sol. Se observa aquí la ideología de ser Cristo la luz del mundo que todo lo puede iluminar. Las bóvedas de medio punto representan las bóvedas celestiales donde Cristo espera a sus fieles tras su muerte.
Fue la forma representativa del cristianismo en toda Europa, y su estilo invitaba a la reflexión y el amor hacia Dios. El país relacionado con el románico por autonomasia es Francia, aunque también tuvieron su participación Inglaterra, Escocia, Borgoña y la mitad norte de España. Italia, centro de la vida papal y por lo tanto opuesta a la unificación religiosa de todo el continente, recibió de forma más indirecta este estilo artístico, aunque fue el país con el románico más puro debido a su pasado como centro del Imperio Romano. Todo el conjunto de estos edificios, incluidos los que fueron derruidos en épocas anteriores, constituyen una gran fuente de investigación arquitectónica sin precedentes.
Frontal de la catedral de Urgell. Los frontales de madera pintados al estuco son característicos del románico catalán y parecen concebidos a modo de esmaltes. Presenta los doce apóstoles escalonados a ambos lados del Pantocrátor dentro de una doble aureola.
Martirio de San Esteban (Museu Nacional d'Art de Catalunya, Barcelona). Fresco mural procedente de la iglesia de Sant Joan de Boí, que está datado en el siglo XII.
Biblia de Sant Pere de Roda (Biblioteca Nacional de París). Fechada en el siglo XI, revela una escuela catalana de códices iluminados original, de gran soltura en el dibujo y dinamismo en la composición. También se la llama de Noailles, del nombre del mariscal francés que ocupó Cataluña en el siglo XVII, el cual se la llevó a Francia. Está pintada a la acuarela, lo que le confiere una ligereza que contrasta ostensiblemente con la mayoría de miniaturas de la época, que por su fijeza de trazo y color más parecen grabadas o incluso impresas.
Puente de Saint-Benezet, en Aviñón (Vauciuse). Vista del antiguo puente del siglo XII, del cual sólo quedan cuatro arcos, después de que las inundaciones del río Ródano ocurridas en el siglo XVII lo destruyeran parcialmente.
Pantocrátor, en la iglesia de San Trófimo de Arles (Bouche-du-Rhóne). La fachada oeste del siglo xn es un magnífico ejemplo de escultura románica realizada sobre el tímpano del pórtico, en la que aparece el Pantocrátor rodeado de tetramorfos.
Eva de Gislebert (Museo Rolin, Autun). Esta figura alucinante de Eva, que repta y se esconde entre las hojas para coger furtivamente la manzana del mal, fue realizada entre 1135 y 1140 sobre el portal norte de la catedral de Autun. El autor fue el primer escultor románico que firmó su obra.
Báculo del arzobispo Yves de Chartres (Museo del Bargello, Florencia). Detalle del mango de marfil del báculo, que se remonta a finales del siglo XI. La talla representa toda suerte de animales, plantas y personajes con una gran calidad artesanal.
Cripta de la catedral de Anagni, en el Lacio. Esta población agraria cercana a Frosinone conserva tesoros arquitectónicos vinculados a la época en que fue sede pontificia. La catedral románica de los siglos XI y XII alberga la cripta que se reproduce aquí, decorada con importantes frescos.
Portal de la catedral de San Zeno Magglore, en Verona (Véneto). Detalle de la puerta de bronce, que está dividida en paneles con escenas del Antiguo Testamento. En este caso se trata del episodio de Noé y el diluvio universal.
Baptisterio de Pisa, en la Toscana. Encomendada a Deotisalvi en 1153, la obra refleja su gusto por la escultura de la Roma clásica y por el estilo gótico francés. Se trata de un majestuoso edificio de planta circular, en el que destaca la utilización de mármol de Carrara. En el magnífico interior del baptisterio se encuentra una de las principales obras de Nicola Pisano: el pulpito, una construcción exagonal con una columna central y seis periféricas. Los relieves que lo decoran recuerdan los sarcófagos romanos y las arcadas lobuladas anticipan el gótico.
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